Modelismo ferroviario MODELISMO FERROVIARIO: PASO A PASO 16/10/2019

El circuito y la explotación ferroviaria

Consideraciones previas.

Todos los aficionados al modelismo ferroviario, incluso los que nunca han podido disfrutar de una maqueta propia, han pensado, diseñado o “soñado” diferentes circuitos y trazados de vía, con estaciones término o de paso, con zonas industriales o paisajes abiertos. Sin embargo, antes de lanzarse a la construcción de una maqueta, debemos tener claro qué buscamos y qué tipo de explotación ferroviaria queremos llevar a cabo.

El diseño de un trazado de ferrocarril a escala no debería ser ajeno a algunos conceptos elementales de la explotación ferroviaria. No se trata de hacernos unos expertos conocedores del ferrocarril, pero sí entender su funcionamiento para poder plasmarlo en una realidad a escala.

Los circuitos anodinos, sin posibilidad de realizar una verdadera explotación de la maqueta, suelen acabar con aficionados aburridos y trenes en las vitrinas, de ahí la importancia de dedicar todo el tiempo necesario al diseño del trazado antes de comenzar los trabajos o las compras de material. La tentación de instalar vías y disfrutar de los trenes lo antes posible es grande, pero las decisiones precipitadas juegan en nuestra contra.

Debemos darnos cuenta que la “jugabilidad” de una maqueta depende en buena medida de que las circulaciones sean, además de fluidas, coherentes. El ferrocarril es un medio de transporte que viaja de un punto a otro con un fin concreto: transportar viajeros o mercancías. Lo hace de forma lineal, pasando por estaciones intermedias en su recorrido, hasta alcanzar su destino. No da vueltas, ni pasa constantemente por el mismo lugar.

Hay casi tantos tipos de circuitos como aficionados. La corriente más “purista” defiende trazados que reproduzcan la esencia de las líneas ferroviarias reales, con circuitos en un nivel, haciendo un aprovechamiento racional del espacio disponible y buscando una explotación puramente ferroviaria. Otros aficionados se inclinan por aprovechar toda la superficie de la que disponen, por pequeña que sea, con trazados llenos de vías y en diferentes niveles (lo que en el argot se conoce como “montaña rusa”). Entre ambas, hay muchos caminos intermedios.

En resumen, se trata de hacer un circuito que nos permita disfrutar de su diseño, construcción y de la circulaciones de nuestros trenes. De acuerdo a nuestros propios criterios, pero tratando de evitar algunas malas decisiones que lastrarán nuestro entusiasmo inicial, y teniendo presente que la “jugabilidad” de una maqueta es, probablemente, el aspecto más importante a la hora de afrontar su diseño.

El espacio disponible.

Este será el mayor factor limitante al que la mayoría de aficionados nos enfrentamos a la hora de diseñar nuestra maqueta. Son pocos los aficionados que pueden contar con una habitación exclusivamente dedicada a esta afición, y afortunados los que tienen espacios mayores de un puñado de metros cuadrados.

Como vimos en la entrada anterior, el espacio disponible es determinante a la hora de decidir qué escala vamos a utilizar. Recordemos que para un mismo trazado, la escala H0 (1:87) ocupará una superficie 4 veces mayor que una de escala N (1:160). Una vez tenemos clara la escala elegida, tendremos que trazar un circuito acorde al espacio con el que podamos contar.

¿Cuál es el espacio mínimo para un circuito en H0? (o en N) – Esta es una pregunta muy frecuente, pero que no tiene una respuesta concreta. Si nos atenemos a los circuitos comerciales que nos proponen los fabricantes de sets de iniciación, podríamos tener la engañosa idea de que con 150 x 80 cm es suficiente para hacer una maqueta a escala H0. Una maqueta ferroviaria a escala 1:87 nunca va a entrar en esta superficie y lo ideal en ese caso, si queremos hacer algo más que un simple óvalo por el que los trenes den vueltas, sería irse a una escala más pequeña.

Habitualmente, el espacio disponible para nuestra maqueta estará condicionado previamente por factores ajenos al hobby, siendo una superficie determinada. Conociendo de antemano este dato, habría dos maneras de afrontar el diseño del trazado:

1. La escala manda – Si tenemos muy claro que queremos dedicarnos a una escala concreta, entonces tendremos que adaptar nuestro espacio a esta escala. Si el espacio es pequeño y la escala grande, el circuito estará muy condicionado por ello.

2. El circuito manda – Si por el contrario tenemos claro el circuito que queramos reproducir, tendríamos que realizar el diseño del trazado en diferentes escalas y determinar así cuál se adecúa mejor a nuestro espacio.

Las curvas y el radio mínimo.

Cuando se diseña un trazado ferroviario en miniatura debemos asumir una reducción complementaria a la marcada estrictamente por la escala, ya que reproducirlo de forma exacta sería inviable por razones de espacio. Es precisamente en las curvas donde más se pone de manifiesto este hecho.

Establecer el radio mínimo en las curvas de nuestro trazado es una decisión importante y viene determinada por dos aspectos:

1. Criterios mecánicos – La limitación técnica del propio material rodante.

2. Criterios estéticos – La búsqueda de un mayor realismo en el paso por curva.

Realizar trazados con curvas demasiado cerradas, obligados por un espacio reducido o por el deseo de meter todas las vías que podamos en el circuito, es una fuente de problemas de muy difícil solución posterior (criterio mecánico). Además de ser causa de descarrilamientos, los radios excesivamente cerrados causan un efecto muy antiestético e irreal en el paso de las composiciones por las curvas (criterio estético).

La elección del radio mínimo vendrá condicionada sin duda por la escala elegida (y el espacio disponible), pero también por el tipo de material que queramos circular por nuestra maqueta. Limitarse a una explotación de material corto en líneas secundarias es una opción totalmente factible, pero con frecuencia muchos aficionados tienden a querer buscar los límites del trazado, con material cada vez menos adaptado al concepto inicialmente previsto. Ser coherentes con las decisiones que tomemos durante la fase de diseño es de gran importancia.

La norma NEM 111 determina unos estándares mínimos respecto a los radios recomendados en función del tipo de material empleado (en este caso vagones de bogies, uno de los materiales más problemáticos). Aunque es frecuente encontrar vagones que circulen por debajo de los radios marcados, es conveniente tomar en consideración esta información. La siguiente tabla es un resumen de dicha norma para las escalas N y H0.

Adicionalmente, es recomendable el empleo de curvas de transición, especialmente en trazados con radios pequeños. Se trata de comenzar y finalizar una curva de manera progresiva, hasta alcanzar el radio mínimo, de forma que la inscripción del material es menos brusca y permite mejorar la circulación por este tipo de radios menores.

Otro aspecto a vigilar en el diseño de las curvas de un trazado son las zonas de cambio de curvatura (o curvas en “S”), ya que son puntos en los que se fuerza al máximo la capacidad de inscripción de las composiciones. En estos casos, es recomendable emplear radios más amplios que en el resto del circuito o intercalar pequeños tramos con curvas de transición o vías rectas.

Como conclusión, podemos afirmar que lo más conveniente es emplear los radios más amplios que nuestro proyecto nos permita, teniendo en consideración que radios pequeños podrían conllevar problemas de rodaje en el material más “crítico” (vagones de bogies, automotores, locomotoras de varios ejes acoplados, etc). El uso de radios grandes nos permitirá circulaciones vistosas y fluidas en todo tipo de material, además de trazados más realistas, así como el empleo de enganches cortos.

La pendiente máxima.

Al igual que en el ferrocarril real, la pendiente máxima es otro punto crítico en nuestros trazados. Indudablemente, jugar con los cambios de nivel crea efectos muy vistosos en las maquetas y aumenta las posibilidades de juego, pero debe hacer en base a unos criterios previamente fijados.

En primer lugar, recordemos que las pendientes suelen expresarse en porcentaje (%) o en milésimas (‰). De este modo, un trazado que parte de un nivel base y, tras recorrer 100 cm, llega a un nivel 5 cm más alto, habría superado una pendiente del 5% (o de 50 milésimas).

En los trenes reales una pendiente del 2% ya sería muy considerable, sin embargo, para los trenes en miniatura aún sería una rampa asumible. Al igual que veíamos con los radios de curva, no existe una pendiente máxima estandarizada para una maqueta de trenes, depende del modelo concreto, de la composición que arrastre, de la velocidad de partida o de su longitud. Además, los modelos motorizados suelen llevar aros de adherencia que aumentan notablemente su capacidad de tracción. Como norma general se considera que un trazado en modelismo ferroviario no debería superar el 3% de desnivel, aunque si el espacio lo permite, mantener las pendientes por debajo del 2% sería lo idóneo.

Los cambios bruscos de pendiente son también un punto problemático en cualquier trazado, ya que pueden provocar descarrilamientos y desenganches accidentales en el material. Debemos realizar siempre una transición progresiva desde una zona llana hasta llegar a nuestra pendiente máxima.

Las curvas en pendiente ascendente obligan a nuestros trenes a realizar un mayor esfuerzo de tracción, debido al aumento de la fricción contra el rail. Es recomendable rebajar nuestra pendiente máxima en estos puntos del circuito, en mayor medida cuanto más cerrada sea la curva.

Además de la cuestión técnica, debemos considerar la estética. Las rampas excesivas tienden a hacer parecer irreales nuestras maquetas y pueden estropear un trazado vistoso.

Otras entradas relacionadas

¡Compártelo en las redes!

Debes registrarte/loguearte para poder comentar.

Haz clic aquí para registrarte

Añadir un comentario